Saturday, December 06, 2008

Juan Bernales y el misterio de Ayayema 2da parte




Se alejaron hacia el sur pasando; hasta que a la altura de Cañete pasaron a aguas extranjeras, estaban ahora en aguas araucanas, con señas de humo saludaron a la nación hermana como llamaban, Juan encontraba tan doble estándar aquel termino, por un lado se hablaba de fraternidad, de armonía, sabiendo que un poco hacia el interior aún existían disputa por ciertas tierras, disputas heredadas por siglos, era el año 2007 y seguían existiendo diferencias, la primera parada sería en la ciudad de Valdivia.
Una extrañeza territorial, siendo la Araucania y la Patagonia la única nación de origen puramente americano, era una extrañeza que una ciudad mantuviera un nombre de conquistador, pues Valdivia se llamaba así por el amor de sus propios habitantes, luego de la confirmación de la araucania como republica, valdivia estuvo en larga disputa hasta que los ejércitos aliados franceses araucanos sitiaron la ciudad y sus habitantes firmaron su rendición, aún así, aquella ciudad tenia privilegios sobre otras en cuanto al intercambio con Chile.
Tras una tarde en Valdivia el viaje siguió hacia la provincia de Chiloé.
- capitán Daroch- salió a comentar Juan tras medio día de viaje a la cubierta- ¿conoce usted sobre algún buen interprete en la isla?.
- Pero usted me dijo que ya había visitado la isla.
- Si, la he visitado, pero la verdad nunca he logrado sentirme cómodo hablando el castellano Chilote. Y sobre hablar Veliche ni le digo, pero está bien me las arreglaré.
- Tranquilo pues hombre, me dijeron que debemos entregarlo en Quellón, ahí tendrá a alguien además el castellano chilote es cosa de costumbre se entiende igual.
Al llegar a Ancud Juan comenzó sus dibujos sobre los palafitos en lápiz grafito, siempre andaba con una libreta y un lápiz.
Hasta que por fin llegó a Quellón.
- aquí estoy, la provincia más austral de Chile, Chiloé- se dijo tras bajarse del barco.
Se despidió de todos los marinos de la corveta quienes zarparon y regresaban hacia Castro.
se acercó a un viejo guardián de las cabinas en Quellón, quien estaba encargado de las entradas y salidas.
- disculpe, señor, quiero hacerle una pregunta.
- Pregunte no mas pue’.
- Mi nombre es Juan Bernales Cruz y quería saber si tiene algún mensaje para mí.
- Yo a ti, no lo conozco na, pero creo poder ayudarte, esperate un tantito, después tienes que venir con yo.
Juan salió a mirar a los pescadores un rato antes que el viejo se desocupara.
- déjeme presentarme, me llamo Pedro Pérez Pichón para servirle y ¿ustedes son?
- Me llamo Juan Bernales Cruz, y trabajo para el gobierno- dijo sacando una identificación.
- Yo no hice na, si usted me lo pregunta…
- No tranquilo- respondió Juan riendo- me mandaron de Concepción a investigar un caso.
- Así que ustedes viene de la capital, debe ser re bonito pa ya, allá está todo lo importante, dicen que tienen luz eléctrica en todas las casas.
- Bueno las calles si, en las casas todavía no- sonrió Juan- pero la verdad prefiero la tranquilidad, yo soy de Mulchén, nunca me sentí bien, pero ese no es el punto, primero quería consultarle donde podía quedarme a dormir.
- Ese no es na problemita, aquí un par de casas, debe estar la señora Marina, tiene un ¿como llaman ustedes? Pensión, es re buena ñora, te hace pan amasado, curanto, su buen vinito en la noche y hasta por unas chauchas mas podría conseguirle alguien que le diera compañía.
Juan sonrió.
- no suena nada de mal, ahora pasando a lo segundo, quería preguntarle por… ¿usted a escuchado sobre el Millalobo?
El viejo quedó en silencui largo rato.
- si lo conocí, conocía al capitán que en paz descanse- dijo haciéndose la señal de la cruz- fue una tragedia tan grande lo que pasó.
- Me imagino que debió ser duro, por eso quisiera saber sobre aquel último viaje, hay algo que pueda decirme, de donde partía, hacia donde iba.
- Mire, no se bien las cosas a detalle, pero el finao era re güena gente, era un pescador nomás, le habían ofrecido unas moneditas mas pa hacer un tirá pa Chaya–mapu
- ¿eso donde queda?
- Eso queda re lejos pal sure, mire usted va pasando el Corcovao, se mete por el canal Moraleda, hasta la isla chaculay de ahí se mete pa entro por el estero al fondo, es un pueblito re chico, un par de antiguos chilotes viven por allá, y algunos otros del continente, ahora están llegando igual unos kaweskar esta siendo re grande.
- Gracias por la información me voy a dejar las cosas donde me dijo para mañana partir.
- Pero oiga eñor mejor no valla na, mire que están pasando cosas re raras pa ya.
- ¿como que?
- Ustedes pueden pensar que son cuentos, pero escuché son cosas de verdad, muchos se han perdido por allá, por eso no querían acompañar na a la la señora que pidió la llevaran, don Manolo fue el único que se atrevió por las moneas que le ofreció, yo no lo hubiera hecho na, y ahora con esto del arte que le hicieron al barco nadie quiere irse pa esos lao’.
- Gracias.
Juan no creía en los hechizos, así que se fue muy tranquilo llevando su pequeño bolso de viaje, llevaba algo de ropa para cambiarse, útiles de aseo, herramientas de distinto tipo, y un libro, de un tal Coloane.
- alto, ahí- llegó gritando una voz.
Juan se dio vuelta, aquel acento era muy reconocible, esa musicalidad para hablar era de Concepción.
- tú debes ser Juan Bernales, dijeron que llegarías a esta hora perdón por el retraso.
- ¿Y usted es?- saludó muy cortes.
- Pedro de Oviedo, detective oficial del estado de Chile.
- Un placer, soy Juan Bernales.
- Me dijeron que llegaría un detective del norte, no me dijeron el nombre de la sección.
- A mi tampoco- respondió Juan irónico.
- Vamos que le tenemos un lugar donde hospedarse por el momento, el detective, Julius mella detective de la zona de de Nueva imperial republica de la Araucanía y la Patagonia.
- Así que enviaron a alguien igual.
- están preocupados por el asesinato de las personas, no puede quedar impune además las débiles relaciones que han mantenido ambos países se verían seriamente afectadas por dicho incidente.
- Dijo asesinato.
- Si, es lo mas probable, mañana con mas calma le mostraré el barco, tal vez haya habido un motín en el interior y terminó en tragedia, aún debemos buscar mas pistas.
Juan sacó su libreta y comenzó las anotaciones.
Tomaron una carreta que los llevó unos diez minutos hacia el norte, hacia una casa alejada, estaba rodeada de árboles que se veían increíblemente viejos, el humo que salía de la chimenea se veía reconfortante, era una buena casa, madera, con tejas de alerce.
Al tocar la puerta una anciana fue abrirles la puerta.
- ustedes debe ser don Juan Bernales, me dijeron que tendría a un respetable soldado del país, pase.
El ambiente estaba calido, y la anciana lo llevó pasando por la amplia sala principal hacia un corredor de madera, la segunda puerta a la derecha, Juan entró era un colchón de lana un velador con una vela, y una Biblia al lado, en la pared un cuadro de un barco en el mar, y al otro lado de la habitación un armario de madera y a su lado un rosario colgado en la pared.
Juan dejó sus cosas y fue a la sala principal.
- venga señor lo invitó a sentarse- le invitó Pedro.
El fuego en la chimenea producía un alegre crepitar, era hipnotizador, sobre el unas cáscaras de limón daban cierto olor especial, la anciana llegó tras un instante con una bandeja con sopaipillas y pebre.
- quieren algo para tomar.
- Una cerveza- pidió Pedro.
- ¿tiene mistela de chocolate?- preguntó Juan.
- Y de la más dulce- respondió la anciana.
- Ya un vasito de eso.
- Señor Bernales ¿que es lo que opina del incidente?
- La verdad no opino- respondió Juan tras untar un trozo de sopaipilla en el pebre y comer el primer trozo- con chancaca quedarían bien güenas… si digo un veredicto ahora podría estar equivocado o comenzaría las cosas con algún prejuicio sobre lo que debo buscar, por lo personal prefiero mañana tras ver el barco tener mi primera opinión.
La anciana llegó entonces con los vasos.
- creo que aquel tipo que se suponía encontraron mal mentalmente debe haber inventado todo pero se lo llevaron muy rápido tal vez…
- no, eso no- respondió Juan tomó un sorbo de su mistela de chocolate y sintió como un calorcito bajaba por su garganta- hablé con quien te refieres, Don Ramón, realmente está insano mentalmente, lo comprobé con mis propios ojos además leí su ficha medica, créame conozco muy bien a los especialistas del tema, si encontraron algún trastorno mental es por que realmente lo tiene, yo creo que debió ser testigo de lo ocurrido.
- ¿Testigo?
- Quizás eso fue lo que lo volvió loco, ¿o quizás no?- sería bueno estudiar distintas plantas que produzcan efectos alucinógenos o daños cerebrales, así como también hongos u otros, el historial medico de Ramón.
- Pero el problema es que no tenía familiares era solo un pescador, y como muchos con suerte se había tratado alguna malencia cuando era pequeño, sobre locura nada.
Juan se detuvo a meditar pero fueron bruscamente interrumpido, era Don Julios Mella era de piel muy blanca y pelo negro, delgado, con cierto aire familiar a Juan, pero sin el bigote un perfil claramente de origen Croata.
Pedro se levantó junto con Juan, se saludaron de la mano de una manera muy cortes, llevaba un poncho que estaba empapado, la anciana rápidamente pidió que se lo pasara, y lo llevó a colgar cerca de la chimenea, Pedro le indicó donde debía ser la pieza.
La conversación se detuvo, en cierta forma el que fuera de otro país producía un leve distanciamiento en el libre intercambio de información.
La lluvia había llegado con su frío, así que no había nada mejor que estar frente al fuego tomando algo caliente y conversando.
Juan por un lado estaba con su agenda dibujando el paisaje que se veía por la ventana, Pedro miraba hipnótico el fuego y Julius estaba sentado leyendo el diario que había traído.
- así que vuesa merced es de la patagonia- llegó la anciana con un mate que Julius agradeció con una amplia sonrisa.
- Si, más bien del sector conocido como la Araucanía, pero el país es el mismo.
- Mi viejo siempre quiso ir a ese país, cruzar el río y ganarse en algún valle y criar ovejas.
- Guanacos, actualmente lo que se está criando son guanacos- respondió Julius mientras hojeaba el diario nuevamente- el gobierno va a llamar a un grupo de geólogos a estudiar la seguidilla de temblores que hay en el estero Chaya–mapa.
Juan levantó la vista.
- el barco venía de Chaya–mapa.- añadió.
- Menuda coincidencia- respondió Pedro sin apartar los ojos del fuego.
- Puede que si, puede que no, el que no tengan relación sería parte de la hipótesis nula, además dicen que se han perdido muchas personas.
Julius parecía prestar más atención ahora.
- ¿que te crees ahora?, ¿científico?, y sobre las perdidas no los leí en el reporte.
- Yo no he leído el reporte, solo comentarios de él.- añadió Juan.
- ¿no te enviaron el reporte completo?
- La verdad no, siempre hacen eso.
- ¿que clase de detective militar eres? Valla que extraño- se asombró Pedro. El cual se levantó y fue a su pieza y regresó con un sobre y se lo entregó a Juan.
- Ahí está el reporte del alguien quien lo encontró un tal Pedro…
- Pedro Perez.
- Pensé que no habías leído el reporte original.
- No lo hice, pero lo conocí un instante antes que me encontraras, el fue quien me dijo que no han sido las únicas desapariciones, se ha perdido gente.
- ¿por que no sabemos nada?- se asombró Pedro.
- Por que era información reservada de la republica de la Araucania y la Patagonia- agregó Julius.
- ¿que sabes?- preguntó Pedro.
- Durante los último siete meses se ha perdido una veintena de canoas kaweskar o alakalufes como conocen ustedes, en la zona cercana a Chaya–mapu.
- ¿por que no lo habías dicho?- se exaspero Pedro.
- Pensé que aún no era necesario.
Juan levantó la cabeza muy atento a lo dicho.
- ¿sabes que significa A-ya-ye-ma?
Un grito de sorpresa se escapó de la anciana, que comenzó a persignarse.
- Jesús María y José.
- ¿que sucede dije algo malo?- Juan estaba extrañado.
- Ese es un nombre del diablo.- dijo la anciana.
Juan miró sorprendido a Julius.
- no precisamente, es más bien una creencia kaweskar, un genio malvado, nada mas- agregó este al ver el rostro de Juan quien hizo anotaciones en su agenda.
La anciana los invitó a comer un cordero ahumado, con paspas cocidas.
El hielo desapareció gracias a la ayuda del buen vino, y pronto los tres investigadores se tuteaban.
Entrada la noche y después que se acabaran los relatos, la anciana contó varias historias de aquellas tierras, avistamientos del caleuche, y hasta el Trauko que según contaba podía ser su padre.
- falta un poco de música antes de dormir- dijo la anciana- pero ya pocos saben tocar el violín.
- Yo sé algo- se emocionó Juan.
La anciana alegre se levantó y trajo un violín, era muy distinto a los tradicionales, su confección era más bien artesanal y tenía tres cuerdas en vez de las cuatro.
- valla un violín chilote, nunca he tocado uno, esto es mas bien un rabel… la teoría, tres cuerdas, la, re sol.
Pasó la cuerda por el rabel y comenzó a tocar una polca.
- toca muy bien Don Bernales, supongo que es mejor que esté en buenas manos, se lo regalo de todo corazón.
- No, Doña, no se preocupe es suyo así que…
- Na de cosas, si algo debes aprender es a dar en el gusto a las viejas ancianas como yo, tal como yo te he traído las mistelas que tanto le gustan, es mejor que un instrumento estén en las manos de quien los toca bien, lléveselo es un regalo, recuerdo de Chiloé.
Juan un tanto avergonzado agradeció el regalo y se fueron a acostar mañana sería un gran día.