Friday, May 08, 2009

Seventh stop, Kansas Pittsburg



El aire templado del interior del train cambio drásticamente, nuevamente una corriente de aire muy frio comenzó a entrar por cada fisura.
Al salir el train estábamos nuevamente en medio de la planicie, extensa planicie de cientos de kilómetros, por el único motivo que sabíamos estábamos mas al norte, era por el frio que sentíamos.
- this stop is Kansas, Pittsburg.
Las puertas se abrieron, al bajar estábamos frente a una cómoda casa en medio de algun camino rural en algún lugar de Pittsburg pero realmente no había mayores puntos de referencia que los manchones grises de árboles sin hojas en la cercanía. Y los interminables campos de amarillentos pastos.
En general estaba tan helado.
- oigan, ustedes dos, ¿que hacen allá afuera?- escuchamos una voz.
La blanca puerta del garaje se abrió ladeándose en un movimiento ascendente, todavía no me acostumbraba a las puertas de garaje automáticas.
- vengan corran, aquí estarán a salvo.
- ¿A salvo de que?- grité.
Un extraño viento comenzó a lo lejos.
- mis ojos me fallan o el pasto está cambiando de color.- comentó Mihill.
A varios metros de nosotros, el pasto cambiaba de color, del amarillento a un blanco, como si escarcha se depositara sobre ellos a una gran velocidad.
- viene hacia acá.
Rápidamente corrimos, en cuanto el hielo alcanzó el train la puerta se cerró herméticamente, el Mothman estaba a salvo, y lo hubiéramos estado nosotros también si no fuera por que ya habaimos empezado a correr.
Mihill se tropezó, lo ayudé a levantarse de nuevo y seguimos corriendo, la puerta del garaje comenzó a cerrarse.
- rápido, rápido- nos gritaban.
Por el borde inferior alcanzamos a deslizarnos rodando, la puerta se cerró pero crujió como si una fuerte ventisca hubiera chocado contra ella.
- mucho gusto mi nombre es Mark- nos saludó el sujeto, tenia unos 27 años un sujeto agradable, de unos ojos azules penetrante- y aquella es mi madre.
Fue a saludarnos una señora muy alegre, con los mismos ojos.
- disculpen el desorden, pronto nos cambiaríamos de casa.
- ¿que sucede?, cuéntenos sobre la situación.- pregunté.
- Lo haremos, antes comamos, la cena está lista.
Pasamos del garaje al living comedor cocina, era un gran salón central hecho completamente de madera alrededor de una chimenea., había algunos sillones, y cajas, tras cajas de cosa, la mesa rápidamente la arreglaron, y la señora sirvió los platos, espárragos con carne y vienesas cocidas.
Nos sentamos a comer.
- Mm. rica salsa- comenté mientras le echaba barbaque sausage a mi carne.- en mi país no había comido de esto.
Ellos sonrieron.
- ¿y de donde son?- preguntó el joven.
- De New York- respondió Mihill rápidamente.
- Valla, nunca he conocido esa ciudad.
- No es la gran cosa, - comenté.
- ¿Pero de donde son de antes?
- Yo soy de Chile.
- ¿eso esta muy lejos?
- Muy lejos.
- ¿y tu?- le preguntó la señora ba Mihill, yo deje los servicios en el plato y miré fijamente a Mihill.
- Vengo de Kosovo.
Quedé helado, Mihill el vaquero no era de estados Unidos sino de una tierra tambien lejana, y desconocida por mi.
- ¿donde es eso?.- preguntó el joven.
- Yugoslavia, esos lados.
- ¿cuanto tiempo tienes aquí?
- 8 años.
Mihill me sonrió al ver mi cara de asombro y siguió comiendo.
Miré mis espárragos.
- quisiera saber, ¿hace cuanto comenzó esto?, el frió, el hielo.
- Lleva un par de días, no se a que se debe- dijo rápidamente y nervioso el joven.
Dejé mi plato, y me levanté.
- ¿donde vas?- preguntaron.
- A la ventana, saben, me pregunto, ¿por que no entra?
- Por el calor, aquí dentro esta muy tibio.
- Puede ser- respondí- también puede ser por el viejo hechizo de las casas en que si no lo invitas no puede entrar.
Miré por las ventanas, afuera se veía todo tan tranquilo, un lago congelado en la distancia, pero en general era todo tan seco, no parecía que hiciera el frio que realmente hacia.
Entre los pastos una cabellera rubia se movió, mi atención fue atraída de inmediato, unas silueta, una mujer, otra, y otra.
Me dí vuelta, los ojos de todos estaban pendientes en mí.
- acabo de ver unas mujeres allá afuera entre el pasto.- comenté.
- ¿rubias?- preguntó Mark.
- Si.
- Seguro, ¿no estás loco?
Madre e hijo toparon fugazmente sus miradas.
- de eso nunca he estado seguro- respondí.
- Yo también la he visto- comentó.
- Pero yo no- dijo la madre- y algo que no podemos ver todos no puede ser bueno.
- Magia.- respondí.
- ¿que `piensas?- dijo Mihill.- ¿conoces algo como esto?.
- La verdad no- fui sincero.
- chile, vuelve a la mesa, es peligroso- dijo la señora
- ¿por que?
Una de las muchachas paró de moverse simplemente estaba quieta de pie, con su blanco vestido ondeado por el viento, era tan hermosa, sus ojos azules penetrantes, sentía que me observaban hasta el ultimo rincón del alma, pero no daba miedo al contrario quería que me viera como un libro abierto, era una sensación tan tibias y reconfortante.
Un tirón, Mihill me había tirado hacia atrás, caí fuerte sobre la madera.
- estupido ¿que haces?- grité desconcertado.
- Nunca me digas estupido- fue serio Mihill.
Todos estaban de pie, y la señora estaba poniendo llave a la puerta que daba hacia el exterior, sin darme cuenta me había acercado a la puerta para abrirla.
- ¿que sucedió?- traté de reponerme.
- Si las puedes ver te pueden embrujar.
Me senté sobre el suelo.
- magia visual, si las miro a los ojos encantan, es algo parecido al “mal de ojo”- les expliqué a los demás- debemos saber que quieren.
- ¿no es obvio? quieren matarnos- dijo la señora.
- Puede ser- respondí- en tal caso hay que saber ¿por que?.
Me senté a descansar y tomar un poco de bebida.
Miré por la ventana, y ahí estaban las tres muchachas frente al espejo.
- no, cierren las ventanas- grité.
- ¿que pasa?- se espantó Mihill.
- están ahí frente a la ventana- comenté- pegadas al vidrio.
Mihill se acercó con cuidado, llegó a las cortinas las comenzó a mover, y repentinamente, rompió el vidrio de una patada.
- no- gritó la señora.
Cerré los ojos, debía hacerlo corrí en la oscuridad siguiendo el frio y el olor a tabaco, agarré una camisa y la tiré hacia atrás. Caímos, abrí los ojos, estábamos en el suelo a espalda de la ventana, el frio comenzaba a penetrar.
- nos han cogido- se aterró la señora.
Piensa, piensa, una solución debía encontrar.
- la puerta, salgan- grité.
- ¿pero hacia donde?- preguntó Mark.
- Hacia el Train en que llegamos- exclamé- al tiempo que me levantaba, ayudé a Mihill a levantarse,, sentí un aliento helado que casi nos alcanzó, y corrimos, la puerta del garage tenia que abrirse, no había tiempo, a medida que se abría nos deslizamos por el suelo, nos paramos y corrimos, atrás nuestro las mujeres parecían perseguirnos nuevamente a campo traviesa.
El train nos sintió por que su puerta se abrió, entramos, y las puertas se cerraron nuevamente.
- estamos a salvo- exclamó Mark.
Tomó un respiró y giró la mirada.
- ¿que es esa cosa?- gritó nuevamente espantado.
- No lo mires mucho- le dije- es el Mothman, viene con nosotros, déjalo esta amarrado.
Las damas llegaron hasta el vidrio lateral izquierdo del Train.
- ¿que es lo que quieren?- las increpé pero con los ojos cerrados.
- Divertirnos, solo divertirnos- dijeron, sus voces eran tan dulces.
Había magia en su voz también ahora.
- ¿quieren matarnos por el simple hecho de divertirse?, eso es ilógico, la diversión duraría un instante, han hechos todo este alboroto por esto.
- Mejor es un instante de placer que toda una vida sin conocer la felicidad.
Mothman hizo un gesto al fondo del Train.
- hermana, hermana, mira- se decía una de las mujeres a otra- un Mothman, un Mothman.
- Pensaba que se habían extinto- exclamó la tercera.
- Yo quiero uno, yo quiero uno.
Miré de soslayo al Mothman.
Para mi sorpresa el Mothman agitó lo que sería su cabeza afirmativamente.
- ¿te irías con ellas?- me sorprendí.
El Mothman volvió a hacer su movimiento.
Esa era la posibilidad.
- esta bien, le damos el Mothman pero ustedes dejan tranquilos a los humanos.
- Con un Mothman ¿para que querríamos humanos?- exclamó la primera.
- Trato hechos.
- Trato hecho- respondieron.
Fui con cuidado donde el Mothman y lo desaté con cuidado, Mark, su madre y Mihilll estaban al lado contrario del train tras unos asientos.
Abrí la puerta del train, y salimos con el Mothman.
- gracias, elf por darnos algo con que acompañar nuestra soledad.
- Intentaron matarnos- respondí serio.
- No es tan desagradable como suena, de agradecimiento te daríamos un beso.
Temblé de cabeza a cuello, noi sabia a ciencia cierta que eran aquellas hermosas damas, pero intuía que un beso de ellas seria mortal.
Las tres hermanas rodearon al Mothman, y luego desaparecieron dejando solo una gélida aura en su lugar.
Mark y su madre bajaron del Train, y este tocó su sirena.
- gracias, muchas gracias- nos dijeron, fueron hasta la casa y nos dieron naranjas y bebida para el camino.
Con Mihill subimos al train y seguimos con nuestro viaje.

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