el fruto, carta VIII.

Cuando a Rodulf le dieron de alta, fue nuevamente llevado a su prisión.
- por fin llegaste pecador.- le dijo Friederic.
- cállate, estaba hospitalizado, o algo asi, y no creo que en tu estado logres comprender eso.
- lo único que necesito entender es que solo armaste un show, pereza otro pecado capital.
- ¡cállate! -le gritó con lo cual Friederic, se quedó inmóvil en su rincón.
Mientras Rodulf transcribía lo dibujado en su piel, y lo recién recorrido sobre una de las tablillas que Ozna le había entregado, dibujando con su uña el recorrido. Tratando de hacer surcos en ella.
- pronto Friederic podremos escapar, y seremos libre nuevamente.
- nunca seremos libres - le contestó.- no lo entiendes te crees tanto por tu inteligencia, pero eso es solo otro pecado, vanidad, a ellos no se les puede engañar, no son humanos, ya lo sabes, ellos son los mensajeros, los ejecutores, ¡son ángeles!, ¿o es que no recuerdas tu primer sueño?
Entonces Friederci se acercó a los barrotes y empezó a gritar;
- ¡saquéenme de aquí!, ¡aléjenme de este pecador!, quiere ser un hereje enfrentarse a Dios.
Mientras Rodulf en su puesto miraba las plantillas, tratando de olvidar lo dicho, ya que el lo sabía pero no habia querido aceptarlo.
- este debe ser el purgatorio, y tal vez tenga razon él, yo soy el loco, yo debo estar perdiendo la razón, al querer luchar.